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Asturias apenas tiene un 5% de inmigrantes, pero casi uno de cada cinco niños ya es hijo de padres extranjeros

Asturias es una de las comunidades con menor proporción de población inmigrante en España, con algo más del 4% de habitantes extranjeros, muy por debajo de regiones como Baleares, Cataluña, Madrid o Murcia, donde alcanzan entre el 15% y el 18%. Aun así, la percepción social puede ser engañosa debido a que los inmigrantes son una población más joven y visible, y por la rapidez con la que ha crecido su presencia: según la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), hasta 1991 apenas representaban el 0,58 % de la población, una cifra que se duplicó en la última década del siglo XX y se quintuplicó en la primera del XXI. Esto tiene un reflejo también en las aulas y aunque es difícil de de calcular cuántos alumnos, contando a la segunda generación, hijos de padres de origen extranjero ya establecidos en la comunidad, el porcentaje puede ser bastante alto.

Así lo cree al menos el profesor Juan Carlos Rodríguez, de la Universidad Complutense de Madrid, que en el estudio Indicadores comentados sobre el estado del sistema educativo español 2025 editado por la Fundación Areces, en el que hace una una estimación de la población de origen extranjero en Primaria incorporando a esa segunda generación, ¿cómo? tomando como base «a población de nacionalidad extranjera; la de nacionalidad española, pero nacida en el extranjero; la española y nacida en España, pero que reside con algún progenitor de origen extranjero (por nacionalidad o nacimiento)».

Según este cálculo, Asturias en el presente, (con datos correspondientes a 2021) tendría menos de un 5% de alumnado inmigrante, uno de los porcentajes del país, pero se dispararía hasta cerca del 20% contando de forma extensa en esos estudiantes de segunda generación. En concreto el autor destaca que «quizá más chocante es que en algunas comunidades autónomas con poco o muy poco alumnado extranjero, sin embargo, la proporción de origen extranjero en sentido amplio puede llegar a acercarse al 20% o superarlo, como en Galicia (21%), Asturias (18,6%), Cantabria (20,3%) o Castilla-La Mancha (22,7%)».

Pero Juan Carlos Rodríguez da un paso más al señalar que su estimación permite diferencias los continentes de origen considerando que, a su juicio, los procedentes de Hispanoamérica tendrían más facilidades para establecerse, así señala que «una utilidad más de este indicador es que permite diferenciar según el continente de origen de la familia en cuestión, lo que representa un indicio, mejorable, claro, de la distancia cultural entre dichas familias y la cultura todavía dominante en España. No es difícil coincidir en que la distancia es menor si la procedencia es hispanoamericana o europea que si lo es norteafricana, de Oriente Próximo o de Asia Occidental».

En su diferencia considera que el alumnado de origen africano sería «ejemplo de una distancia cultural considerable»; pero las características de la inmigración en Asturias ya hacen que sea mucho más predominante el origen americano y, de hecho, en la tabla estadística que incluye el informe,sobre población de 6 a 11 años de origen africano por comunidad autónoma, el Principado aparece en la parte más baja, con apenas algo más del 2%.

 

La segunda generación en España

Pero pese a la estimación de Juan Carlos Rodríguez, sí existe un análisis profundo sobre esa segunda generación, aunque sin detallar las cifras de cada comunidad autónoma. El informe «De la ausencia a la sólida presencia: la segunda generación de inmigrantes en España», publicado por Funcas, analiza la magnitud y el perfil de los descendientes de inmigrantes en el país a partir de la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2024. Según el estudio, hay más de 3 millones de residentes menores de 75 años nacidos en España con al menos un progenitor extranjero, cifra que supera los 4,5 millones si se incluye la generación 1,5 (nacidos fuera y llegados antes de los 11 años). En conjunto, el 24% de la población menor de 75 años tiene origen extranjero. El peso de esta segunda generación varía por edad: alcanza el 39% entre los niños menores de cinco años, el 26% en menores de 20, el 8% en jóvenes de 20 a 29 y apenas el 1% entre los mayores de 30.

El informe distingue cuatro grupos generacionales —primera, 1,5, segunda y 2,5— y detalla un cambio en los orígenes: los descendientes de inmigrantes africanos, especialmente marroquíes, pasan del 16% al 33% del total en la segunda generación, mientras que disminuye el peso de los latinoamericanos debido a su llegada más reciente. En cambio, la generación 2,5 muestra una mayor proporción de orígenes europeos, fruto de matrimonios mixtos. En el ámbito demográfico, la fecundidad extranjera sigue siendo más alta que la española (1,28 frente a 1,09 hijos por mujer en 2023), destacando las mujeres africanas por mantener pautas reproductivas que impulsan el crecimiento de la segunda generación.

En lo educativo y laboral, más de la mitad de los menores de segunda generación tiene madres con estudios primarios o inferiores y solo el 10 % con formación universitaria. Estas diferencias son especialmente marcadas entre los hijos de madres marroquíes o africanas, donde el 70% tiene bajo nivel educativo materno, frente al 40-60 % de universitarias en los grupos venezolanos, argentinos o europeos. Además, solo el 35% de los menores vive en hogares con ambos progenitores ocupados, y hasta un 23 % en familias sin ninguno trabajando. 

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