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Más de la mitad de los extranjeros afincados en Asturias que huyen de su país proceden de Colombia y Venezuela

Scholastique Ndingandil llegó a Asturias hace cinco años escapando de la guerra en la República Centroaficana, donde su familia estaba en la diana por la actividad política de su padre. Salió a escondidas de su país y logró llegar en un vuelo a Barcelona. Quienes han tenido que emprender su camino en estos últimos meses para salvar sus vidas han tenido que jugárselas también por el camino. El cierre de fronteras debido a la pandemia del coronavirus ha obligado a los perseguidos a buscar rutas peligrosas. Solucionar ese problema es la principal reivindicación del manifiesto que Scholastique leyó ayer en la sede de la Fundación Alvargonzález, en representación de la ONG Accem, de ayuda a los refugiados, con motivo de su día mundial.

“Como consecuencia del covid, las fronteras han estado cerradas y eso ha generado que las personas que tienen que huir lo hayan tenido que hacer por rutas muy peligrosas, con mucho sufrimiento y en muchos casos perdiendo sus vidas”, explicó el representante de Accem en Asturias, Javier Mahia. Por su parte, la alcaldesa, Ana González, señaló que “construiremos un mundo mejor si nos abrazamos a las personas que necesitan venir a España y a Europa, que tienen que abandonar sus países; yo hubiera hecho lo mismo que Luna Reyes, le hubiera dado un abrazo a ese joven que llegó a las costas de Ceuta”. Accem atendió el año pasado en Asturias a 947 refugiados, un 60,61% en Gijón. Más de la mitad de los refugiados que hay en Asturias proceden de Colombia o de Venezuela, por ese orden. En total, hay refugiados de 50 países de cuatro continentes.

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