Son datos del estudio "La inmigración dinamiza la España rural", publicado por el Observatorio Social de "la Caixa" y presentado este miércoles, en el que sus autores concluyen que la población de origen extranjero es esencial para la sostenibilidad y la renovación generacional de la España despoblada.
Con la llegada de población extranjera a los municipios rurales, la composición demográfica de estos lugares está cambiando ya que los inmigrantes vienen con edades que facilitan nuevos nacimientos, llegan con hijos menores o tienen la intención de solicitar la reagrupación familiar.
En este sentido, el artículo detalla que las madres rurales de origen extranjero tienen más hijos que las nacidas en España (1,5 hijos por mujer frente a 1,2) y que en 2019 uno de cada cinco menores de 13 años en la España rural era hijo de madre foránea, una proporción que se eleva hasta uno de cada cuatro en los municipios de menos de 1.000 habitantes.
En el conjunto de España, incluidas las zonas urbanas, el 25 % de los menores de 13 años -que son casi 6 millones de personas- tiene su origen en el extranjero: las cifras más elevadas se dan en las áreas urbanas (26,7 %) y en los municipios de menos de 1.000 habitantes (25,4 %).
Un fenómeno que, según el autor Luis Camarero, tiene la capacidad para transformar y rejuvenecer la España rural: "Con una población autóctona sobreenvejecida, cualquier persona que llegue, la rejuvenece", ha aseverado.
El origen geográfico y cultural de estos nuevos pobladores es variado: Marruecos, Rumanía, Bulgaria, Colombia y Ecuador son las comunidades más numerosas y en el caso de países como Reino Unido y Alemania, buena parte de los que se instalan en zonas rurales son jubilados que han decidido "disfrutar de una España con baja densidad de población".
Los habitantes rurales son "pocos pero diversos y cosmopolitas" y, además de venir a trabajar, desarrollan sus proyectos de vida, añade el investigador, que lamenta la acogida "precaria" que se da a estas personas, a las que "no se las reconoce su potencial como activos" sino que "se espera que hagan lo mismo que nosotros".
Los desplazamientos de extranjeros a zonas rurales se incrementaron a finales de los 90 gracias a la agricultura exportadora, la construcción, el turismo y la demanda de cuidadores. Pero la crisis de 2008 frenó estos flujos y llevó a la despoblación de estas áreas ya que los inmigrantes regresaban a sus lugares de origen o entornos urbanos.
A partir de 2015 hubo un repunte y pese a los bajos índices de fecundidad y de la alta mortalidad entre una población rural envejecida, el año 2017 supuso un punto de inflexión porque el saldo migratorio volvió a ser positivo gracias a la población foránea.
"Se estaba recuperando tras la crisis de 2008 y llegó la pandemia", ha advertido Camarero antes de alertar de la posibilidad de que la crisis sanitaria implique un nuevo frenazo en los procesos de arraigo y de reagrupación familiar de la población extranjera, ya que "se han desmantelado las pocas medidas" que había.
No obstante, ha remarcado la importante contribución de la población foránea durante la crisis sanitaria para garantizar la producción alimentaria y la vida de los pueblos: "Cuando toda España estaba cerrada, la población extranjera estaba recogiendo cultivos con un mayor riesgo de contagio", ha enfatizado.
"No sé si España podría sobrevivir sin movimientos migratorios", ha reflexionado Camarero, que ha apostado por establecer programas de acogidas adecuados a las necesidades de estos extranjeros y de que la sociedad española se prepare "como una población acogedora" para no frenar el arraigo de estos ciudadanos.
También se ha presentado el Análisis de las necesidades sociales de la población inmigrante del Observatorio Social de "la Caixa", que analiza cómo el empleo juega un papel clave en el proyecto de las familias inmigrantes pues de este elemento depende la renovación de los permisos para seguir en España.