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El racismo también es un problema sanitario

Mi padre trajo un informe de urgencias sanitarias a casa. En el diagnóstico, además de Paracetamol, ponía: barrera idiomática. El doctor no había podido entenderle bien. No había medios o el profesional no los conocía para sortear al 100% la barrera idiomática. Este “no nos entendíamos” era un poco peliagudo, estaba en juego su salud.

Mi padre no es la única persona afectada por esto. La salud es otro bien público español que están dejando deteriorarse a pasos agigantados. Y aunque a todo el mundo le afecta, no a todo el mundo le afecta igual. ¿Y si no hablas español o lo hablas regular? ¿Te pueden diagnosticar correctamente? ¿Y si no? Entonces, aunque tengas los mismo deberes, el derecho a la salud no es igual para alguien hispanohablante ¿Y si hablas castellano pero eres una persona racializada? En EEUU, según la CDC, las mujeres negras tienen tres veces más probabilidades de morir en complicaciones relacionadas con el parto que las mujeres blancas. ¿Es porque tienen peor salud? ¿O será que existe la inequidad en cuanto el acceso y trato en el sistema sanitario estadounidense?¿Es esto extrapolable a España?

Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el cuidado de la salud es un derecho básico de las personas. En España, en la última revisión, el Real Decreto-ley 7/2018 lo corrobora, diciendo que el acceso “al Sistema Nacional de Salud en condiciones de equidad y de universalidad es un derecho primordial de toda persona” y especifica que, para acceder al sistema sanitario público, tienes que tener nacionalidad española o residir en España. Cada autonomía tiene la competencia de cómo y de qué manera se accede, y también de la calidad de la atención sanitaria si no hablas español o tu cultura de origen es distinta (o si tu situación no está regularizada en España).

Hoy vamos a centrarnos a la calidad de la atención médica cuando ya tienes la tarjeta sanitaria. ¿Qué pasa si me encuentro mal pero no soy capaz de expresarme en castellano, o me expreso regular? Cristina Arcas, responsable del área de salud de la ONG “Salud entre culturas”comenta que, si la persona migrante es de clase pudiente, se lleva su propio traductor a la consulta (en sanidad privada o pública), pero, en general, para salir del paso tanto médicos como pacientes usan lo que más tienen a mano: el móvil.

“Trabajo en Atención Primaria en Mallorca, tengo pacientes catalanoparlantes, ingleses, escoceses, franceses, alemanes y marroquíes. En general utilizo el traductor google excepto para el francés y el catalán, que los hablo y entiendo”, comenta Ana, enfermera. 

“Yo he utilizado inglés, Google Translate y Universal Doctor Speaker, que entregamos con el Manual de Atención al Inmigrante”, dice Joaquín, médico de familia y uno de los editores del manual.

“Soy logopeda en Galicia, en hospital. He tenido pacientes hablantes de otros idiomas que además han sufrido ictus y por ello tenían dificultades en el lenguaje (afasia, apraxia y/o disartria). Solo podíamos ayudarnos con sistemas aumentativos de comunicación y la ayuda de familiares”, dice Mónica.

Además de la tecnología, los migrantes suelen llevar lo que en el área de traducción llaman “traductores ad hoc”: amigos, vecinos, familiares o incluso algún vecinos. Pero en su mayoría son los hijos e hijas que muchas veces son menores de edad, pero al haber nacido o crecido en España son castellanoparlantes. Xin cuenta: “Tenía siete años y acompañé a una amiga de mi madre al paritorio, fue muy traumático el estar ahí, aunque no me dejaran ver el parto en sí”. ¿Están un menor de edad o un adolescente cualificados para traducir en el ámbito sanitario o incluso presenciar ciertas situaciones médicas? Yo creo que no. Cristina prosigue: “Los traductores ad hoc, aunque sean bienintencionados, no tienen la formación, el vocabulario o la profesionalidad para no transmitir sesgos al paciente o transmitir correctamente la información. Se vulnera el derecho de intimidad y confidencialidad del paciente, que puede no sentirse cómodo para expresar lo que le pasa si quien le va a traducir es un conocido o su propia hija”. “Hacen falta profesionales que sepan el código deontológico y que tengan formación en vocabulario sanitario, que sepan que no hay que manipular la información, sino transmitirla lo más fiel posible”, expresa Serigne Fall, mediador de francés y wolof.

Entonces, ¿existen medios para la correcta traducción e interpretación en consulta? La respuesta es sí pero no. Los medios que hay no suelen ser suficientes. Normalmente, se usa a voluntarios o la teletraducción:

“Existen sistemas de teletraducción en cada comunidad autónoma, se llama a un número y al otro lado responde el traductor, es más profesional que un traductor ad hoc pero un poco ortopédico, ya que hay que hacerlo todo en diferido, como el juego del teléfono”, continúa Cristina. “Además, como no se conoce mucho este servicio por médicos ni pacientes, está infrautilizado”.  

Constanza, psiquiatra en Madrid, cuenta: “La teletraducción te puede sacar de muchos apuros, pero te pierdes mucha comunicación no verbal, no es lo óptimo y tristemente he visto muy poco que hayan mediadores o traductores en consultas”

O sea, que el personal profesional de la traducción e interpretación, no suele ser suficiente:

“En función de la localización del centro de salud hay más o menos mediadores. En el primero que estuve había mediador de urdú, árabe y tagalo, no todos los días, venían 2 o 3 días. En el de ahora solo 1 día 1 mediador de urdú. La atención resulta más complicada”, expone Andrea Jiménez, médico familiar en Cataluña.

Además, el idioma no es lo único que entra en juego: los shocks culturales también existen en la consulta. “Una mujer musulmana cuando te dice hoy no rezo, lo que en realidad te quiere decir es que está menstruando”, cuenta Salma Kalil, mediadora de árabe y rifeño. Son necesarios los mediadores porque no basta con entender las palabras, hay que entender la situación. “Pero tristemente la figura del mediador intercultural no está reconocida estatalmente”, continúa Salma. Esto es serio, porque los profesionales de la salud no están formados en competencias culturales ni saben cuanto les puede afectar el sesgo racial al ejercer su profesión. “Los sanitarios también necesitan mucha sensibilización, y para ayudar paliar esto, son muy necesarios los mediadores interculturales” expone Cristina. 

Además, el sistema sanitario no es solo diagnóstico y tratamiento; en los centros de salud y hospitales hay un sinfín de personal que no puede trabajar si no se sortea esta barrera: celadores, administrativos, matronas, técnicos en cuidados, enfermería, etc. ¿Cómo te va a dar una cita alguien que no te entiende? ¿Cómo te va a dejar visitar a un familiar ingresado si no sabes expresar que tiene y a quién vas a ver? ¿Cómo te vas a sentir segura en una situación de vulnerabilidad? Y para rizar más el rizo, servicios de mediación gratuitos como el que ofrece Salud entre Culturas en Madrid, no son conocidos por los migrantes, declara Xuan Zhao, mediadora de chino.

¿Es posible diagnosticar y atender correctamente a alguien cuando tienes grandes barreras idiomáticas y culturales?. La respuesta creo que es bastante clara, NO. Peor capacidad de diagnóstico es igual a peor salud, así de simple, y si lo extrapolamos a enfermedades crónicas o graves, mayor mortandad. No tengo cifras concretas, pero tampoco dudas sobre ello. Pruebas directas las tengo en mi propia familia y en amigos chinos de mis padres, y tristemente no somos la excepción de la norma. A los descendientes de migrantes esto también nos ha afectado, por mucho que hablemos español. Si nuestros padres han carecido de información para su salud y han recibido peor asistencia sanitaria, ¿cómo han podido cuidar de la nuestra en la infancia? O peor, podemos haber sido traumatizados prestando asistencia a los adultos. Es duro de asimilar, pero si eres migrante o racializado, tu atención sanitaria habrá sido o estará siendo peor que la de una persona no racializada. No deja de ser irónico que la inequidad y desigualdad en la salud resulte en peor calidad de vida para quienes vinieron a buscar una vida mejor. Y esto, queridos lectores y lectoras, es parte del racismo estructural.

¿Tienen la culpa los médicos? ¿Tienen la culpa los pacientes? ¿Quién tiene la culpa de este sistema excluyente y racista? ¿El ministerio de Sanidad? ¿Pedro Sánchez? Escuchaba el otro día en un podcast la siguiente frase: “Ella sola se murió, y entre todos la mataron”. En diciembre del 2022, The Lancet publicó una serie de artículos sobre cómo el racismo y la xenofobia afectan a la salud, y denuncian que el racismo, la xenofobia y la discriminación son factores ambientales que causan desigualdad sanitaria, y que tienen que reconocerse como tal. Sanidad pública y universal, sí, y también equitativa y antirracista.

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