En los años más recientes, Asturias ha experimentado importantes cambios demográficos, siendo una de las poblaciones más envejecidas no sólo del país sino de Europa, se daba por hecho que perdería el millón de habitantes. Sin embargo, no fue así y lo ha mantenido, incluso a pesar de enorme saldo negativo entre muertes y nacimientos, gracias sobre todo a la llegada de población exterior. Española, desde otras comunidades, y también inmigrante. Y ha sido un fenómeno intenso. A pesar de que el Principado es uno de los territorios con menor porcentaje de población extranjera, se encuentra a la cabeza de quienes han visto crecer su población activa inmigrante.
Así lo revelan los datos recogidos en el Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo publicado esta semana por Fedea y que señala que, durante el período de 2017 a 2024, Asturias registró un incremento de la población activa inmigrante del 9,7%; se trata de la segunda tasa más elevada del país, sólo por detrás del porcentaje de Navarra (que alcanza un 10,4%) y está igualada con Cataluña, que registra el mismo incremento del 9,7%; no se trata de que haya tantos inmigrantes en Asturias como en Cataluña sino de que el incremento de la población trabajadora de origen extranjero se ha dado en la misma medida.

Se da la circunstancia de que, debido precisamente al envejecimiento, a la vez que se da este fenómeno de auge de población activa inmigrante, Asturias se encuentre entre los territorios que pierden población activa nativa. Lo cierto es que ocurre en todas las comunidades menos Madrid, Andalucía y Murcia (las únicas en las que también ha aumentado la población trabajadora nacional); pero el Principado es la que mayor porcentaje pierde. Asturias es el territorio en el que la diferencia entre la desaparición de trabajadores nativos y la llegada de trabajadores inmigrantes es más pronunciada.
En su informe, Fedea indica que España se enfrenta a un envejecimiento acelerado que ha generado un creciente déficit de relevo generacional, lo que ha convertido a la inmigración en la pieza esencial para la sostenibilidad de la creación de empleo y la compensación de las jubilaciones. Según este estudio, esta dinámica demográfica está provocando desequilibrios territoriales y educativos significativos.
El fenómeno migratorio ha transitado por dos olas distintas con diferentes contextos demográficos. La primera ola (2000-2010) coincidió con una fuerte disminución de la población nativa joven y un crecimiento moderado de la población nativa cercana a la edad de jubilación. En contraste, la segunda ola, que comenzó en 2017, se desarrolla en un escenario de ligero repunte temporal de la población nativa joven y una aceleración del crecimiento de la población en edades laborales más avanzadas. De este modo, mientras que en la primera ola la inmigración crecía más en regiones con mayor aumento de población activa nativa, en la segunda ola el crecimiento migratorio se concentra donde la población nativa disminuye o se estanca, señalando una creciente dependencia estructural de la inmigración. Además, los autores aseguran que el envejecimiento y el peso de la población inmigrante en edades laborales no se distribuyen uniformemente, ya que las comunidades autónomas con la población nativa más envejecida no son siempre las que tienen mayor proporción de población inmigrante.
Pero además, Fedea señala que hay una insuficiencia del relevo generacional nativo en todos los niveles educativos, incluso en los superiores. Esta escasez de relevo entre la población más cualificada se atribuye a factores como el envejecimiento de la generación del ´baby boom´ (1958-1977), la reducción del abandono escolar tras la Gran Recesión, y la mayor participación femenina cualificada. Los autores destacan que la población inmigrante también está envejeciendo, tanto entre los residentes de larga duración como en los nuevos flujos migratorios, que tienen una edad promedio mayor que los de la primera ola.
Los inmigrantes en Asturias
Según los últimos datos de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), relativos a 2022, Asturias registró ese año el máximo saldo migratorio del siglo con 10.163 personas ganadas. Esta cifra supuso que, catorce años después, la comunidad volviera a ganar población al compensar el crecimiento vegetativo negativo. El auge se explica principalmente por la llegada de extranjeros, ya que el 90% del saldo migratorio total provino de la migración internacional (+9.129 personas). De las inmigraciones totales, el 57% fueron protagonizadas por personas de nacionalidad extranjera. Los ámbitos territoriales que más aportaron fueron la Comunidad de Madrid (2.587) y Colombia (2.452), seguidos por Castilla y León (1.754), la Europa No Comunitaria (1.470) y Venezuela (1.431). Destaca el caso de Ucrania, que pasó de un promedio anual de 49 inmigrantes entre 2017 y 2021 a registrar 903 entradas en 2022.
Esta dinámica migratoria está conllevando la feminización y el rejuvenecimiento de la población asturiana, un cambio de perfil donde más de la mitad de las inmigraciones se producen entre los 20 y los 44 años, y con más de 1.200 mujeres más que hombres entre las inmigraciones de extranjeros. En cuanto a la distribución territorial, el fenómeno se concentra en los principales núcleos urbanos: los concejos con mayor saldo migratorio exterior fueron Oviedo (3.639) y Gijón (3.073). El saldo migratorio total positivo permitió a 60 concejos ganar población por esta vía en 2022 , sobresaliendo Oviedo (+3.851) y Gijón (+3.108), seguidos de Siero (+706) y Avilés (+358).